A
pesar del extraordinario talento con que contaban estos primeros
científicos, a menudo su ingenio encontraba barreras en la época.
Hubo que esperar hasta mediados del siglo XIX para que el
descubrimiento de la electricidad supusiera el inicio del paulatino
declive de la mecánica como ciencia utilizada fundamentalmente en la
construcción de las máquinas calculadoras. Así, a partir de
entonces, las ruedas y engranajes fueron sustituidos por nuevos
componentes que, aunque también de tamaño considerable,
simplificaban el diseño de las máquinas.
En este sentido, una de
las primeras máquinas que utilizó los principios de la electricidad
y que tuvo cierta difusión en su época fue la máquina tabuladora
de Herman Hollerit. Esta, de grandes dimensiones y dotada de un panel
frontal con numerosas esferas numéricas, permitió establecer un
cómputo fiable del resultado de las elecciones norteamericanas en el
año 1890 y en breve lapso de tiempo de diez días, lo que supuso una
auténtica revolución para la época, puesto que el proceso de
recuento de votos tradicionalmente llevaba aparejado un tiempo muy
superior y un margen de error igualmente elevado.